Aún recuerdo la peor noche de mi vida, una noche de alucinaciones, sudores,
escalofríos...
Cuando desperté vi que mis manos no eran mis manos, no tenía piernas, tenía
patas negras y largas. Estaba atrapado en la cama mirando al techo. Cuando
conseguí incorporarme y verme reflejado en el espejo de mi habitación me quedé
sorprendido, era una cucaracha gigante, fea y negra como el carbón. Caminaba
arrastrando la barriga, pasé por debajo de la puerta y me fui directamente al baño.
Allí me escondí hasta la noche. No quería que nadie descubriera mi nuevo aspecto.
Tras largas horas de espera me dormí aburrido y al despertar milagrosamente estaba
tirado en el suelo del baño y hambriento pero había recuperado mis manos, mis pies,
mi cuerpo, mi cara... Uff, la pesadilla había terminado.
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