Una
familia se va de vacaciones al extranjero, al llegar a su destino pierden todo
su dinero ya que le han robado todas las contraseñas de las tarjetas y no
pueden pagar la casa que habían alquilado. El dueño de la casa decide echarlos
a la calle.
Tras
dos semanas de pobreza y tristeza, un anciano que pasó de pasear con su nieta se
acercó y la familia le contó la terrible historia por la que habían pasado al
llegar a esa nueva ciudad. El anciano al pensar que estaba solo en casa y que
ninguna familia debía pasar por esas
condiciones les ofreció alojamiento en su casa durante un tiempo hasta que encontraran
trabajo.
El
padre de la familia estaba enfermo, él se levantaba todos los días muy temprano
para encontrar algún trabajo y poder pagar el viaje de vuelta a su país. El
anciano al llegar a casa les puso de comer. A la semana siguiente, cuando el
padre se mejoró salió de nuevo a la calle en compañía del anciano que le
ayudaría a encontrar trabajo.
Tras mucho esfuerzo lo consiguió y cuando pudo
ahorrar un poco dinero y le dijo a la familia
que debían de volver a casa.
La
familia le agradeció mucho a ese anciano toda la ayuda que le había dado y este
le dijo que nadie se merece estar en esas condiciones y que las personas
deberían ayudarse unas a las otras.
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