CAPÍTULO 2. GIGANTES CON ASPAS
(Don Quijote toca las
paredes).
SOBRINA: Ya no hay aposentos ni libros, porque ha venido un
encantador cabalgando sobre un dragón y se los ha llevado por los aires.
(Don Quijote hace un gesto
de desolación).
Don Quijote: Sin duda ha sido el mago Frestón, que me tiene
aborrecido porque sabe que soy el caballero más valiente del mundo.
(Se coge un calendario
y se va arrancando las hojas, pasan 15
días. Don Quijote se levanta cuando pasan los días en busca de un campesino).
D.Q.-¿Quieres ser escudero?
S.P.-¿ Y qué hace un escudero?
D.Q.- No tienes más que acompañarme en mis aventuras y
llevar vendas y pomada para curarme si fuese necesario. Y, a cambio de tus
servicios, te nombraré gobernador de la primera ínsula que gane.
Sancho Panza: Me gusta
la idea de ser gobernador. (Salen Don Quijote y Sancho Panza en plena noche
en busca de aventuras con Sancho Panza montado en un borrico).
Don Quijote: Nunca he leído de un escudero que fuera a lomos de un
asno, pero no importa: en cuanto venza a un caballero, te regalaré su caballo.
SP: Me he traído el borrico porque no estoy acostumbrado
a andar mucho, y para mí es tan bueno como el mejor caballo del mundo. Lo que digo
es que se acuerde de su promesa de hacerme gobernador.
DQ: No temas, Sancho, que es posible que en seis días, te
nombre rey.
SP: ¿Rey? La verdad es que prefiero ser gobernador porque
me parece que mi mujer no vale para reina. Mejor hazla condesa que ya será mucho. Y no lo digo porque yo
no quiera a mi Teresa, que la quiero más que a las pestañas de mis ojo, pero ya
te dije que no se hizo la miel para la boca
del asno...
(Se hace de día).
DQ- La suerte nos acompaña, amigo Sancho. ¿Ves aquellos
gigantes fieros de allí? Pues voy a entablar batalla con ellos hasta quitarles
la vida.
SP- ¿Qué gigantes?
DQ- Aquellos de allí. ¿No ves lo largos que tienen los
brazos?
SP- Eso no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que
parecen brazos son las aspas.
DQ- Pero qué dices
Sancho, bien se ve que son gigantes. Pero si tienes miedo, ponte a rezar que yo
entraré en batalla.
SP- ¡Que no señor, que son molinos!
(Don Quijote va hacia los
gigantes).
DQ- Menead los brazos todo lo que queráis, que no os
tengo miedo. (Mirando al cielo): Oh señora de mi alma fermosísima
Dulcinea, ayúdame en esta lucha.
(Don Quijote clava su lanza
a un molino, pero esta se parte, y Don Quijote rueda con su caballo por culpa
de las aspas).
SP- ¡No le decía que eran molinos¡
DQ- Calla, amigo mío, que el mismo mago que me robó los
libros ha convertido estos gigantes en molinos.
(Sancho ayuda a Don Quijote
a subir a su caballo con muchos esfuerzos) (Quijote se coloca ladeado en su
caballo).
SP- Enderécese, Señor, que va de medio lado, aunque sea
por el dolor de la caída.
DQ- Lo que más me duele no son los golpes Sancho, sino el
destrozo de mi lanza, porque un caballero sin armas es como un cielo sin
estrellas. Así que si encuentras una rama gruesa dámela para poner mi lanza a
punto para otro combate.
(Se hace de noche y Sancho
y Don Quijote andan por un bosque. Don Quijote coge un palo para arreglar su
lanza. Sancho se duerme. Don Quijote no consigue dormir porque piensa en
Dulcinea).
(Cuando se hace de día, Don
Quijote combate contra un vizcaíno y gana la batalla, pero cuando combaten a
Quijote le rebanan una oreja y le rompen el casco. Sancho intenta sanarle).
DQ- Lo mejor para sanar esto es el bálsamo del gigante
Fierabrás.
SP: ¿Qué bálsamo es ése?
DQ- Uno para no tener miedo a la muerte.
SP- Si eso es así, dame la receta, que lo vendo y me hago
rico.
DQ – La receta la guardo en mi memoria.
(Cenan en una choza de unos
cabreros que les dan vino y carne. Por la mañana Rocinante se ''entretiene''
con las jacas).
SP – ¿Señor Don Quijote me da un trago de brebaje del Feo
Blas?
DQ- Se dice bálsamo de Fierabrás. Y levántate que nos
vamos.
(Sancho Panza se pone en
pie y anda curvado y levanta a Don Quijote).
SP – Alégrese Señor, que se ve una venta allí abajo.
DQ – No es una venta, es un castillo.
SP – Le digo que es una venta.
DQ – Que no, que es un castillo.
(Así estuvieron un rato. El
ventero les pone dos camas y Don Quijote se acuesta pero no se duerme porque
piensa en voz alta).
DQ – Seguro que esta noche vendrá a verme la princesa de
este castillo, pero no puedo corresponderla, yo amo a Dulcinea.
(Entra Maritornes y Don
Quijote la agarra del brazo).
DQ- Fermosísima
señora, ya sé a lo que venís. Sé que me amáis, pero yo correspondo a Dulcinea.
(El arriero que dormía al
lado de Don Quijote le pegó una paliza).
Ventero – ¿Dónde está ese mal bicho de Maritornes, que seguro
que este escándalo es cosa suya?
(Maritornes corre a la cama
de Sancho y este le pega un puñetazo, ergo esta se lo devuelve. El arriero
ayudó a Maritornes y el ventero acudió a apalearla. Todos se pelean. Al final,
todos vuelven a sus camas y se duermen costosamente por la paliza).
DQ- ¿Estás despierto?
SP – ¡Que va, si aquí no hay quien duerma!
DQ – ¡Ay, Sancho, que este castillo está encantado! ¡No te
vas a creer lo que me ha pasado! Estaba charlando con una princesa cuando un
gigante me molió todos los huesos.
SP – A mí también me han
aporreado.
DQ – Pídele al señor feudal que nos dé aceite, vino, sal y
romero, que voy a hacer el bálsamo de Fierabrás para que sanemos.
(Sale Sancho y vuelve con
los ingredientes, luego DQ mezcla los ingredientes rezando el padrenuestro.
Después toma un trago, y siente un escalofrío).
SP- Tápame bien (Dice
mientras se acuesta).
(DQ se acuesta y se levanta
como nuevo).
DQ- ¡Mira lo que me ha hecho el bálsamo!
(Sancho prueba el bálsamo
pero vomitó. Después agoniza).
DQ- (Gritando) ¡Vístete, amigo
mío, que nos vamos de aventura!
(Sancho se levanta
costosamente. Mientras, Don Quijote se va del aposento y va al establo a buscar
a Rocinante. Se monta en él y se acerca al ventero).
DQ- Muchas gracias, señor, por el buen trato que nos has
dado.
V- Antes de marcharos,
tendréis que pagar los gastos que habéis hecho en mi venta.
(Don Quijote se sorprende).
DQ- Entonces, ¿esto es una venta? Pues en las ventas los caballeros
andantes no pagamos.
V- Poco me importa a
mí si sois caballero o bandido: pagadme y dejaos de cuentos.
DQ – ¡Vos sois un mentecanto y un mal ventero!
(Don Quijote se va y el
ventero busca a Sancho).
SP - Si mi amo no paga, yo tampoco.
Mozos fuertes - (Todos a la vez) No temáis, señor ventero, que
nosotros le haremos pagar.
(Sancho sale corriendo
sobre su burro con Don Quijote, dejando atrás
a los mozos).
SP -¡Al menos no he pagado!
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