Un día, cuando me desperté de dormir, no estaba situado al lado de la cama, sino al lado del retrete, y cuando me di cuenta, no era de carne y hueso sino de papel con logotipos.
Tras una tarde muy aburrida tragándome todas las partículas de polvo, de pronto vino una persona anciana y extraña a la que yo no conocía, pues esta, se posicionó encima del retrete y tras un rato de pestes, me agarró y...¡ Puaf !.
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