UNA
TERRIBLE CONFUSIÓN
Era
una mañana triste para Manuel, de esas que tienes que madrugar para
hacer algo que no te gusta y eres obligado por tus padres, y ese algo
tiene nombre: el instituto.
Sí,
era un día horroroso para Manuel, aquel 15 de septiembre que tenía
tachado con rojo y una enorme cruz negra que lo atravesaba en el
calendario, había llegado.
Manuel
se estiró en la cama, tardando todo el tiempo posible para que su
padre se aburriese y se fuera, pero no pasó eso sino que su padre,
le retiró las sábanas rojas y verdes de los pies y lo destapó.
Le
dijo con tono de enfado:
- Vamos
dormilón, que llegas tarde. La comida está abajo en la cocina.
- Sí,
papá.- Respondió Manuel.
Manuel
se vistió muy rápido, demasiado rápido porque se puso la camiseta
al revés y los calcetines desiguales. ¡¡ Empezaba bien el día!!
Bajó
las escaleras, comió todo lo rápido que pudo y fue a lavarse la
cara y los dientes. Salió de su casa en el monte, desde ella se
veía todo el pueblo y hasta el cartel con el nombre: “Cálado”.
Un pueblo del norte de Murcia.
Corrió
hasta el colegio, que estaba a cien metros de su casa.. Por el camino
tropezó y se cayó. Miró su rodilla y vio el roto de cinco
centímetros de diámetro. Se aguantó y continuó su camino a paso
ligero.
Al
llegar, subió las escaleras y se metió en la clase donde ponía 1º,
en letra cursiva. Estaban todos sentados menos el profesor. Eran
todos más altos que él, eso le extrañó. Llegó el de mates y
dijo:
- Me
presento: Luis. Bueno, empecemos haciendo las dos ecuaciones de la
pizarra. Después coged el lápiz y la goma, que vamos a hacer la
prueba inicial.
Sonó
el timbre y no había hecho nada. Luego tocó francés, le tocó
hablar, pero no tenía ni idea. Todos se rieron de él, y uno le
dijo:
-¿Dónde
has aprendido a hablar francés?
Él
se sentó muy extrañado. Luego venía su tutora, Laura.
Pasó
lista, pero qué raro, él no estaba. Se lo dijo al director. La
maestra le aclaró que se había equivocado, que esto era ¡¡¡1º
de bachillerato !!!
Laura
lo llevó a su clase correspondiente. Esta vez 1º de la ESO. Estaba
en la otra punta del instituto, al lado de la sala de química. Sus
compañeros lo recibieron con los brazos abiertos. Los conocía a
todos. Laura le contó al de mates lo que le había ocurrido y le
dijo de broma a Manuel:
- Si
quieres, puedes hacerla ecuación. Estás a tiempo.
Manuel
se rió y le preguntó a Luis:
- Sí.- Dijo Luis, orgulloso de saber que tenía un alumno que se tomaba muy bien las equivocaciones.
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