Berlín, 16 de agosto de 1492.
Querido padre:
He leído tu carta, ahora mismo
estoy en un campo de concentración, a un guardia le daba pena de mí y me trae
comida y agua. Un día le dije que si podía escribirle una carta a mi familia y
me dijo que sí y aquí estoy escribiéndote esta carta.
Dile a mamá que se mejore y que no
se preocupe por mí. Esto no es tan malo como dicen, tenemos un rato para
descansar, mis compañeros son muy buenos, no paso hambre gracias a mi amigo el
guardia y tampoco estamos pasando tanto frío.
Seguro que salgo de aquí pronto,
antes de lo que os imaginéis. Dentro de poco haremos ese viaje que tenemos
pendiente con toda la familia. Queridos padres, tranquilos que ya mismo nos veremos.
Besos queridos padres.
Vuestro hijo, Arno.
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